Píldoras de San Agustín

Escrito el 08/09/2025
Agustinos


 

¡Hola, qué tal, cómo estás!

Hoy tenemos dos sentimientos en esta jornada. Uno de alegría y otro de tristeza.

La alegría nos viene de que celebramos la fiesta del Nacimiento de María, el comienzo del colegio y, cómo no, para los amantes del deporte, que ganó la selección española de futbol y nuestro tenista Alcaraz.

La tristeza nos proviene de que los conflictos violentos de Ucrania, Tierra Santa y tantos otros que hay en el mundo, siguen adelante. La destrucción y las víctimas no paran y, lo pero de todo, es que no hay visos de solución.

Algunos dicen: “esto no tiene remedio”, “mejor que se acabe la humanidad y se vuelva a empezar”, “el ser humano es así, está enfermo de poder, orgullo, venganza”.

Las palabras y los hechos que nos den esperanza no son muchos, por eso nos puede invadir la desesperanza, el pesimismo.

Ahora bien, por lo menos los cristianos no podemos caer en esto. Tenemos la experiencia de un Dios que nos ama tanto que envió a Jesús para enseñarnos el camino a seguir en la vida. Es cuestión de confiar en él. San Agustín así lo vivió y experimentó:

“Nuestra herida es grave pero el Médico es omnipotente. ¿Te parece poca cosa el hecho que, mientras tú vivías en el pecado y pecabas, él no te quitó la vida, sino que te llevó a la fe y perdonó tus pecados? Aquello por lo que sufro es grave, pero tengo confianza en el Omnipotente. Estaría desesperado por mi mortal herida si no hubiera encontrado un Médico tan grande”

(Sermones 352,3)

Oración:

“Lleva alivio a una herida grave con tu gran medicina. La mía es grave, pero encuentro refugio en el Omnipotente”.

(Enarraciones sobre el salmo 50,6)