Sentado al borde del camino de la vida, descansando
fui a beber y mi cantimplora estaba vacía, sin agua.
Tuve suerte. Pasó un peregrino que, con otro, iba andando;
al verme sediento, se detuvo y calmó mi sed con su agua.
Vayamos juntos de camino contemplando el paisaje,
comentando el acontecer y el sufrimiento del paisanaje;
nadie escapa de ello, lleve harapos o vista buen traje
la vida la vivimos, o nos la viven, mientras dura su estiaje.
Mientras hay vida, hay una esperanza imperecedera.
En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza,
y, al acostarnos, pensemos que pronto amanecerá
y vislumbremos las luces, allá en la lontananza.
La fiesta de los amigos no es como la fiesta de los calendarios;
hay silencio en una porque nos escuchamos, bullicio hay en las otras.
Caemos y recaemos en los falsos paraísos prometidos por el poseer,
y nos olvidamos de la fiesta que no se acaba de la amistad y del compartir.
La oscuridad de la guerra ha sido vencida por la luz regalada,
La Navidad del consumista por la Navidad entregada de la Paz.
Álvaro Franch