Educador agustiniano

Escrito el 07/10/2022


 

Enséñame, Señor, único Maestro,

lo que tengo que enseñar

y lo que aún tengo que aprender.

Enséñame el arte de escuchar,

más excepcional que las palabras elocuentes.

Enséñame a colocar en mi libro de ruta

el viaje al mundo interior

donde pueda oír el rumor de la verdad.

Dame el regalo del silencio,

de la alegría y la misericordia.

Que sepa esperar

igual que el labrador contempla el surco

con los ojos abiertos

a la admiración y a la sorpresa.

Que mi corazón no sea una plaza vacía,

un territorio privado,

sino el rincón soleado

donde puedan sentirse cómodos

los hambrientos de amistad.

Que, buscando aprenda, esperando ame

y conociéndome te conozca,

como el beso de la luz que entra por la ventana

me ayuda a descubrir el sol inmenso.