Historia y personajes

Escrito el 28/07/2021
Agustinos


Los agustinos y la desamortización

Los Agustinos españoles, al igual que la mayoría de las órdenes religiosas, desaparecieron de España a partir de 1835, no por ninguna guerra orevolución, sino por decisión de los gobiernos. Habrá que esperar hasta finales del siglo XIX para que comience un lento proceso de restauración. Esta coyuntura trágica para las órdenes religiosas se la conoce como la “Desamortización” y “Exclaustración”.

La supresión de las órdenes religiosas ha sido el hecho más doloroso para los religiosos españoles en su historia, y sus consecuencias culturales, artísticas, sociales y económicas fueron inmensas. Esta Desamortización y Exclaustración fue llevada a cabo por los gobiernos liberales del siglo XIX, sobre todo con el gobierno de Mendizábal. Solo se excluyeron del proceso los cuatro seminarios que enviaban religiosos a Filipinas y Cuba, entonces en poder de España, y entre ellos el de agustinos de Valladolid.

En ese momento fueron confiscados todos los edificios y propiedades del clero regular, para ser vendidas en pública subasta. Las pérdidas de tesoros artísticos y documentación muy valiosa que tenían estos conventos fueron muy grandes. Pero en cuanto a los religiosos la situación de abandono y sin medios de subsistencia en que se dejó a unos 30.000 religiosos fue lamentable.

Los datos reales del número de agustinos en España en 1835 eran importantes, pero poco tenían que ver con la época de esplendor del siglo XVII. Desde la Guerra de la Independencia la cifra se había reducido a la mitad, superando ligeramente los 1.200 miembros. La evolución cuantitativa de esta etapa final es la siguiente:

Situación cuantitativa de los agustinos en España a principios del s. XIX

PROVINCIA

Relig. – 1808

Relig. – 1828

Relig. – 1834

Nº casas-1834

P. Castilla

612

331

312

39

P. Aragón

905

649

572

47

P. Andalucía

497

364

321

36

P. Canarias

(150)

-

39

8

Total

 

 

1.244

120

En el caso de la Provincia de Castilla su disminución entre 1808 y 1834 fue del 50 %; la Provincia de Aragón bajó un 37 %; la de Andalucía disminuyó un 38 %. De los 120 conventos agustinos existentes en el año 1834, unos 88 tenían menos de 12 religiosos, y eran susceptibles de ser cerrados en un primer momento, según lo previsto en la encuesta encargada por el gobierno a la Junta Eclesiástica ese año, que fue el antecedente a la desamortización general.

En principio, la necesidad de hacer un proceso desamortizador en los países de Europa occidental era inevitable. A las puertas del siglo XIX y, después de la Revolución francesa, la hora del Antiguo Régimen había tocado a su fin. Su necesidad, por tanto, no era muy discutible. Lo que ya resulta problemático es si el procedimiento y los medios elegidos fueron los adecuados. Dependiendo de los países, las medidas desamortizadoras fueron diversas, aunque el modelo de lo ocurrido en la Francia revolucionaria influyó en otros países.

En el caso de España, lo primero que llama la atención,  es la radicalidad con que se llevó a cabo el proceso, ya que a la desamortización de todos los bienes y propiedades y su expulsión de los conventos, le siguió una exclaustración general de los religiosos, y la prohibición de su existencia como institución. Los bienes y los conventos y monasterios se vendieron a propietarios que le dieron cualquier tipo de uso o su misma destrucción. Los que estaban situados en ciudades pasaron a ser usados como cuarteles, museos, cárceles y otros servicios municipales. Su destrucción y venta de materiales hizo que algunas ciudades se dotaran de plazas, ensanches o avenidas en los solares dejados por estos.

Los miles de religiosos que debieron abandonar sus conventos tuvieron que volver a casa de sus familiares, buscar empleo en algunas parroquias o dedicarse a la enseñanza u otros oficios. La pequeña ayuda que prometió el Gobierno a los de edad avanzada pronto dejo de llegar. Solamente se permitió seguir residiendo en sus conventos a las religiosas, porque se consideraba un desdoro dejar en la calle a tantas mujeres, aunque se les confiscó sus propiedades, con lo cual se les dejó en una gran penuria y a expensas de la caridad y limosnas del pueblo.

Hay que esperar al cambio de gobierno en 1876, la llamada Restauración, para que se abran posibilidades para recuperar algunos edificios religiosos y se inicie un lento resurgir de las órdenes religiosas en los últimos años del siglo XIX. Para ello fue muy importante la pervivencia de las provincias religiosas que habían seguido en Filipinas y tenían un seminario en España: agustinos, agustinos recoletos, dominicos y franciscanos. Se inicia un proceso lento de restauración desde la casas seminarios de Monteagudo, Valladolid y Ocaña.

                    Ver Congreso del Instituto Histórico Agustiniano. Roma 2009

                    “Le soppressione del secolo XIX e L’Ordine Agostiniano”

Ricardo Paniagua, OSA