Historia y personajes

Escrito el 18/08/2021
Agustinos


LOS MISIONEROS AGUSTINOS EN CHINA

 

China siempre constituyó una atracción para Occidente por su enorme población y la lejanía, que le hacía ser un imperio lleno de misterio. En la época de los descubrimientos del siglo XVI se tomó contacto con ese territorio por intereses económicos y estratégicos por parte de Portugal, que consiguió los permisos para instalarse en la isla de Macao.

Cuando España ocupó las islas Filipinas, los misioneros aspiraban a instalarse en Japón y China, pero el acceso intermedio era Macao, donde los portugueses cerraron el paso a los españoles. Únicamente los misioneros portugueses, sobre todo los jesuitas, penetraron en el imperio oriental y difundieron el cristianismo entre sus habitantes. Con su influencia, los jesuitas defendieron su monopolio en Roma, impidiendo la entrada de otras órdenes.

Por fin, los dominicos, franciscanos y agustinos consiguieron los permisos para viajar a China desde Filipinas, vía Macao, en 1633. Un primer conflicto que se encontraron fue el de los ritos chinos, que eran defendidos por los jesuitas en contra de las otras órdenes religiosas. La cuestión llegó a Roma, que terminó por prohibir estos ritos.

Con anterioridad, el primer agustino que pisó tierras de China fue Fr. Martín de Rada que hizo la travesía desde Manila junto a un capitán chino, llegando al puerto de Amoy el 5 de julio de 1575, siendo recibido con obsequios, pero las autoridades le enviaron de vuelta a Filipinas en octubre de ese año. Habrá que esperar a la segunda mitad del siglo XVII, fecha en que entraron en China misioneros dominicos y franciscanos de Filipinas, para que los agustinos decidan seguir los pasos de esos misioneros españoles. En 1681 salieron para China los padres Fr. Álvaro de Benavente y Fr. Juan de Rivera.

Esta primera estancia estuvo llena de dificultades con los jesuitas, los portugueses y otras autoridades eclesiásticas, hasta que en 1709 fueron expulsados. En los años siguientes se enviaron algunos misioneros agustinos de forma aislada, trabajando con muchas dificultades. Por fin, en 1879 la Santa Sede creó un vicariato en la provincia de Hunan septentrional que encargó a la Provincia de Filipinas, siendo el P. Ángel Abásolo el primer Pro-Vicario. En la zona asignada a los agustinos había varias grandes ciudades, pero sólo había 56 cristianos.

El Vicariato de Changthei (Hunan septentrional) se convertirá en un campo de misión habitual, como lo fue Filipinas en los primeros años. Un problema con que se encontraron los agustinos en China fue el empleo de los mismos medios y modos de evangelización y de organización que se habían usado en las Islas Filipinas, lo cual agravó los problemas. Además, las autoridades de los lugares donde intentaron asentarse los misioneros pusieron todo tipo de dificultades, excitando a la plebe para que expulsase a los frailes. Los primeros trabajos de estos años consistieron en conseguir pasaportes por parte del embajador francés, y después del español para dar cierta seguridad a su estancia en China

Con el nombramiento del obispo y vicario apostólico Mons. Fr. Luis Pérez y Pérez en 1897 se pacificaron las relaciones con las autoridades y se creó un ambiente sereno que facilitó el crecimiento de las acciones misionales en la zona. Llegaron nuevos misioneros y se incrementaron las casas, iglesias, escuelas y demás servicios pastorales. Desde ese momento la misión mantuvo un crecimiento continuo, que se completó con la creación de un seminario menor.

En los últimos años del siglo XIX se inició en China un fuerte movimiento xenófobo, que afectó de manera principal a los europeos que estaban en China, incluidos los misioneros agustinos. Todo ello desembocó en la “rebelión de los bóxers” que estalló en 1899, y que costó la vida a muchos misioneros y cristianos, además de otros europeos. Fue reprimida con la entrada de tropas en Pekín

Los misioneros se vieron obligados a salir de China o refugiarse en la ciudad de Shanghái, aunque algunos, como el obispo agustino P. Luis Pérez decidió quedarse en la misión con algunos religiosos para proteger el orfanatrofio de niñas. Unos 13 agustinos se refugiaron en Shanghai y ninguno fue asesinado.

Recuperada la tranquilidad, China se convirtió en un campo de misión a donde se enviaban de forma periódica nuevos misioneros, y así sucederá hasta el año 1952 en que los agustinos fueron expulsados por las autoridades comunistas de China. En el vicariato trabajaban el año 1926 unos 31 agustinos españoles y uno chino, y tenían 30 iglesias y 125 oratorios. Además regentaban 52 escuelas de niños y 46 de niñas. También recogían muchas niñas recién nacidas que eran atendidas por agustinas españolas. En total el vicariato tenía, según su catálogo, 17.747 cristianos.

El año 1927 gran parte del vicariato de Hunan fue asaltado por tropas comunistas, durante la llamada “guerra civil china”, obligando a los religiosos a salir del lugar en medio de injurias y persecuciones constantes. El contraataque de los nacionalistas convirtió el territorio en un lugar imposible para los misioneros. El camino de retirada era salir por el río camino de Shanghai. Solo se pudieron quedar algunos agustinos chinos, aunque pronto pudieron volver.

La situación del vicariato poco antes de salir los agustinos de China en 1947 era la siguiente: había 29 sacerdotes agustinos, 25 sacerdotes chinos, 5 agustinas españolas y 7 chinas. Tenía 19 escuelas de niños otras tantas de niñas. Había 20 iglesias y 90 oratorios, además de 3 orfanatrofios con 300 niñas, así como escuelas para adultos, asilo de ancianos, formación de catequistas, etc., y había 24.332 cristianos.

Gobernaron el Vicariato cinco obispos agustinos, siendo el último Don Fr. Gerardo Herrero, que salió de China en 1952, muriendo en Valladolid en 1965.

Ver.  Isacio Rodríguez, Jesús Álvarez Fernández:

“Las misiones agustinas en China en 1900”. Ar. Ag. Vol. 84, 2000, p. 151 – 195.