Domingo con San Agustín

Escrito el 22/08/2021
Agustinos


Domingo XXI T.O. 22 de agosto de 2021

Juan 6, 60-69

En el evangelio de este domingo vemos que los que lo oyen dudan, dudan porque es un lenguaje duro, difícil de aceptar. Jesús nos está hablando de comer su cuerpo y beber su sangre; y no les resulta fácil entenderlo porque todavía no lo habían visto morir y resucitar.

Necesitamos la fe para no quedarnos en las palabras de una manera literal, como nos anima san Agustín a entender bien el pasaje.

Acabamos de oír al Maestro verdadero, Redentor divino y Salvador humano, valorarnos nuestro precio: su sangre. Nos ha hablado, en efecto, de su cuerpo y de su sangre: al cuerpo le llamó comida; a la sangre, bebida. Los fieles saben que se trata del sacramento de los fieles; en cambio, los oyentes ¿qué saben sino lo que oyen? Cuando, pues, para recomendarnos tal alimento y tal bebida, decía: Si no coméis mi carne y bebéis mi sangre, no tendréis vida en vosotros —y ¿quién, sino la Vida, diría esto de la Vida misma?

Por eso, muchos se van a echar atrás, dejarán de seguir a Jesús, se escandalizarán porque no entienden que él bajó del cielo para darnos las palabras de su Padre Dios; no entenderán que nos dejará su presencia sacramentalmente en el pan de la Eucaristía. Por eso nos recuerda san Agustín que quien no entienda, quien tenga hambre y sed, deben acercarse a Jesucristo para comer y beber la misma vida de Dios.

¿Qué les respondió, pues? ¿Os escandaliza esto? Entonces, ¿si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? Qué significa: Entonces, ¿si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? Ciertamente el que pudo ascender en su integridad, no pudo ser consumido. Así, pues, nos dio en su cuerpo y sangre un saludable alimento, y brevemente resolvió la gran cuestión acerca de su integridad.

Coman, pues, quienes lo comen y beban los que lo beben; tengan hambre y sed; coman la vida, beban la vida. Comerlo es restablecerse; pero te restableces de tal forma que no merma lo que te restablece. Y beberlo, ¿qué es sino vivir? Come la vida, bebe la vida: tendrás vida y la vida plena. Mas esto habrá entonces, es decir, el cuerpo y la sangre de Cristo será vida para cada uno, si lo que se toma visiblemente en este sacramento, lo come espiritualmente, lo bebe espiritualmente en su realidad misma.

 

(Sermón 131,1)