Domingo con San Agustín

Escrito el 12/09/2021
Agustinos


Domingo XXIV T.O. 12 de septiembre de 2021

Marcos 8, 37-35

Sobre mí te edificaré a ti, no me edificaré a mí sobre ti.

“Cuando el Señor Jesucristo preguntó quién decía la gente que era él, los discípulos le contestaron aduciendo las diferentes opiniones de los hombres; y cuando el Señor les interrogó por segunda vez con estas palabras: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?, Pedro contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Uno solo respondió por muchos: la unidad en los muchos. Entonces le dijo el Señor: Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Luego añadió: Y yo te digoTú eres Pedro». Efectivamente, antes se llamaba Simón. Este nombre, Pedro, con que le designamos se lo impuso el Señor, para que, bajo ese símbolo, fuese figura de la Iglesia. Dado que Cristo es la piedra, Pedro es el pueblo cristiano, pues «piedra» es el nombre originario. Pedro viene de piedra, no piedra de Pedro, como cristiano proviene de Cristo, no Cristo de cristiano. Por tanto —le dice—, tú eres Pedro y sobre esta piedra que has confesado, sobre esta piedra que has reconocido al decir: Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivoedificaré mi Iglesia, es decir, sobre mí mismo, el Hijo del Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Sobre mí te edificaré a ti, no me edificaré a mí sobre ti.

De hecho, queriendo algunos hombres edificar sobre hombres, decían: Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, esto es, Pedro. Y otros, que no querían ser edificados sobre Pedro, sino sobre la piedra, decían: Yo soy de Cristo. Cuando el apóstol Pablo vio que él era elegido y Cristo despreciado, dijo: ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso ha sido Pablo crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo? Si no lo fuisteis en el nombre de Pablo, tampoco en el de Pedro, sino en el de Cristo; para que Pedro fuese edificado sobre la piedra, no la piedra sobre Pedro.

Por tanto, el mismo Pedro, proclamado bienaventurado por la Piedra, figura de la Iglesia, el primero entre los apóstoles, nada más escuchar que era bienaventurado, mostró su desagrado después de oír que el Señor mencionaba su pasión y la presentaba a sus discípulos como ya cercana. Temió perder al que iba a morir, al que había confesado como fuente de la vida. Desquiciado, le dijo: Lejos de ti, Señor; eso no ocurrirá. Ten piedad de ti, Dios; no quiero que mueras. Pedro decía a Cristo: «No quiero que mueras», pero era preferible lo que decía Cristo a Pedro: «Quiero morir por ti».

Por último, acto seguido, reprende al que había alabado poco antes, y al que había declarado bienaventurado, le llama Satanás. ¿Qué quiere que hagamos de lo que somos, quien así nos reprocha ser hombres? ¿Queréis saber qué desea que hagamos? Escuchad el salmo: Yo dije «dioses sois», todos hijos del Excelso. Pero, si pensáis a modo humano, vosotros como hombres moriréis.”

Sermón 76, 1-3