"Comunidad: eje en torno al cual gira la vida religiosa agustiniana"
Los agustinos saben que el amor proviene de Dios y a Dios les une, y mediante este proceso de unión, superado lo que les separa, les transforma para que sean uno, hasta que al final Dios sea todo en todos (cf. 1Co 15,28).
Por eso, la comunión de vida, que Agustín propone a los agustinos, a semejanza de la primitiva comunidad apostólica (cf. Hch 2,42-47), es un cierto anticipo de la unión plena y definitiva en Dios y camino hacia ella.
Aunque esta “santa comunión de vida” entre los Hermanos agustinos sea un don de Dios, sin embargo, cada uno de ellos debe tender con todas sus fuerzas a perfeccionarla, hasta llegar a la unidad en el amor, que permanecerá en la ciudad del cielo, compuesta de muchas almas: esta ciudad “será la perfección de su unidad después de esta peregrinación”.
De esta unidad en el amor en la ciudad de cielo, tratan de ser signo las comunidades de los religiosos agustinos en la tierra, teniendo presente el modelo de la perfecta comunidad de amor que existe en el Dios Trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Así pues, la comunidad es el eje en torno al cual gira la vida religiosa agustiniana: comunidad de Hermanos que viven unánimes en la casa, teniendo una sola alma y un solo corazón, buscando juntos a Dios y dispuestos al servicio de la Iglesia.
(cf. Constituciones nn. 25-26)