Fr. José Sicardo. Misionero y Arzobispo
La vida de Fr. José Sicardo fue realmente ajetreada, ya que residió en España, Méjico, Colombia, Roma y Cerdeña. Era de ascendencia italiana y profesó en el convento de Salamanca en 1659. En su Universidad realizó los estudios de Teología y obtuvo el título de Bachiller y se le concedió el grado de Lector, siendo enviado a Pamplona.
El año 1668 pidió embarcarse para América, y antes de salir publicó un texto sobre la Virgen María, “Ecos de la expectación de María Santísima…”. En septiembre de ese año partió de Sanlúcar de Barrameda destinado a la Provincia agustiniana de Méjico. Los agustinos mejicanos no quisieron recibirlos para no aplicar la alternativa entre criollos y españoles. Sin casa y sin destino posible se refugió junto al obispo agustino de Michoacán. En ese tiempo le acompañó en la visita pastoral y fundó la Cofradía de San Nicolás de Tolentino. Por fin fueron aceptado por la Provincia y fue destinado de profesor de Teología.
En la Universidad de Méjico se graduó de doctor de Teología y defendió el derecho de los religiosos a ocupar el puesto de rector. En estos años escribió la historia de la Provincia Agustina de Méjico. En 1684 el Cabildo le nombró procurador en la causa de beatificación del mártir Fr. Bartolomé Gutiérrez. A causa de un proceso que le abrió el prior de Méjico regresó a España y continuó el viaje a Roma, siendo absuelto en 1687 y consiguió la anulación de todos los cargos contra él. Al volver a su Provincia de Castilla fue recibido como Maestro y nombrado Examinador del Tribunal de la Nunciatura.
El Rey Carlos II le nombró confesor real en 1690 y también ejerció el cargo de Procurador de las dos provincias mejicanas en la Corte. De nuevo intervino a favor de la alternativa entre españoles y criollos, enviando nuevas remesas de frailes a Nueva España. Había participado en el proceso de canonización de S. Juan de Sahagún durante su estancia en Roma y recibió una gran alegría cuando fue canonizado en 1690. A partir de 1699 figuraba entre los candidatos a alguna diócesis y en 1702 fue propuesto para la de Sassari en Cerdeña. Fue consagrado obispo en la iglesia del colegio de Dña. María de Aragón por el Patriarca de la Indias Occidentales Don Pedro Portocarrero Guzmán.
El P. Sicardo llegó a su diócesis en 1703 haciendo su entrada como arzobispo el 14 de enero. Como no era raro encontró cierta oposición de los miembros del Cabido, por lo que tuvo que acudir a Roma, donde le dieron la razón de sus derechos. Otro nuevo conflicto surgió contra él y su hermano agustino acusados de ser favorables al candidato austriaco en la Guerra de Sucesión de España. Después de venir a España y ser hecho prisionero, al final se le dispensó de los cargos y volvió a su diócesis en 1711, después de residir unos años en Barcelona.
Falleció en Sassari en 1715, después de una intensa vida pastoral y de reformar la vida de la diócesis. Escribió varios libros, destacando uno de carácter histórico titulado “Suplemento crónico a la historia de la Orden de N. P. S. Agustín de Méjico”, cuyo manuscrito ha sido editado con una amplia introducción por el historiador agustino P. Roberto Jaramillo. De su trabajo como procurador para la beatificación de los mártires del Japón escribió “Cristiandad de Japón y dilatada persecución que padeció. Memorias de los mártires…”.
Fr. Ricardo Paniagua, OSA