Beato Simón de Casia

Agustinos


Beato Simón de Casia

Simón de Casia dedicó los primeros años de su vida al estudio de las ciencias naturales, la física y la química. Nació en Casia (Italia), a finales del siglo XIII, probablemente hacia el año 1290. Cuando contaba veinte años, ingresó en la Orden de San Agustín para dedicarse a la “ciencia de la gracia”. Tras un tiempo de formación y estudios ocupó su tiempo en la predicación, principal­mente en la Toscana. A pesar de censurar severamente los pecados de la época, el auditorio escuchaba con atención sus sermones.

Fue predicador famoso y uno de los maestros espirituales de la Italia de su tiempo. Promovió la sencillez de vida y su deseo no era otro que formar a Cristo en todos los que escuchaban su palabra o leían sus escritos. No fue menos valorado como escritor, considerado como uno de los maestros espirituales de su tiempo en Italia. Tiene en su haber un número importante de escritos que lo acreditan como autor ascético y místico. Mención especial merece su Epistolario. En una de sus cartas, leemos: “No es mi intención apartaros del amor a las Letras, sino lograr que prefiráis la ciencia que lleva a Cristo, y cuanto conduce a ella, como a fin determinado anticipadamente por Dios en la teoría y en la práctica. Porque el fin de la hermosura natural es Cristo; el fin noble y admirable de la creación es Cristo; el fin de la ley es Cristo; el fin de la escritura profética es Cristo; el fin de las costumbres es Cristo; el fin de la vida recta es Cristo; el fin de la gracia es Cristo; el fin del mundo es Cristo; el fin de lo apetecible es Cristo; el fin sin fin de todas las cosas es Cristo”.

Influyó notablemente en la vida pública de su tiempo. Los oyentes del P. Simón Fidati de Casia quedaban sobrecogidos por la pasión que ponía en sus sermones sobre el temor de Dios o sus repetidas llamadas a la imitación de Jesucristo. Intentar formar a Cristo en todos fue el motivo inspirador de su fecunda tarea pastoral. Su obra Los hechos de Nuestro Salvador el Señor Jesucristo, conoció una amplia difusión durante la Edad Media. 

Murió en Florencia el 2 de febrero de 1348, víctima de la peste que asoló Europa. Gregorio XVI confirmó su culto en 1833. Sus restos descansan en la Basílica de Santa Rita, en Casia.