Orando con San Agustín

Agustinos


Oración de una madre por su hijo

“¿Y qué es, Señor, lo que pretendo decirte? Sólo una cosa: que desconozco de dónde he llegado yo acá, a ésta que no sé si llamar vida mortal o muerte vital. Nada de esto sé. Lo que sí sé es que tuve una buena acogida. Me la brindaron los detalles de tu ternura para conmigo. Así se lo oí a los padres de mi carne, del cual y en la cual me formaste en el tiempo. Aunque yo de esto no tengo ni el más vago recuerdo”. (Con. I, 1, 6)

          

Ya no es él ni flor ni es gajo. Es arbusto.

Ya no es pichón que acojo bajo el ala;

es ave diestra, sola se acicala.

Es pimpollo crecido, muy robusto.

En mi seno lo crié; ya es un hombre;

en mis labios bebió tu fe, Señor;

mas tengo la sospecha y el temor

de que pueda olvidarse de tu nombre.

En ti, Señor, yo tengo la confianza

de que el ángel le oriente bien sus pasos;

¡todavía hacia mí vuelve sus ojos

suplicando le aparte los abrojos

que conducirle puedan al fracaso!

¡Señor, en Ti sustento mi esperanza!

                     Nazario Lucas Alonso