Injusticia deplorable
“La injusticia del enemigo es la causa de que el sabio declare guerras justas. Y esa injusticia, aunque no fuera acompañada de la guerra, simplemente por ser tara humana, debe deplorarla el hombre (La ciudad de Dios, XIX, 7).
Dispersas en la campiña
hay amapolas sangrientas
segadas por la guadaña
-rival de la sementera-.
Apostados y escondidos
en cenagosas trincheras
soldados hay de ambos bandos
armados hasta las cejas
anhelando que algún día
llegue el final de la guerra.
Se echan palomas al cielo
porque de paz son emblema,
mas… es truncado su vuelo
por letales escopetas.
¿Qué habrá que hacer en el mundo
para que semilla nueva
con sazón prenda en el surco?
¿Cuándo estarán las trincheras
cubiertas de hierba verde
que al calor del sol florezca?
¿Cuándo podrán las palomas
volar hacia las estrellas
sin que al ángel de su ala
lo mate una metralleta?
¿Llegará el día en que el vate
sea divino profeta
y no agorero cruel?
¡Dejad al vate y su vena,
que loas nos cantará
y no dolorosas saetas!
¡Hay que mellar la guadaña!
¡Que las amapolas crezcan!
Nazario Lucas Alonso