Orando con San Agustín

Agustinos


Silencio

 “Para encontrarse con Dios es necesario el silencio”. (Comentario al evangelio de san Juan, 17).    “Considerad al árbol: primero baja hacia abajo para elevar al cielo su copa. ¿No nace su empeño de la humildad? En cambio, tú, sin tener caridad, quieres comprender las cosas sublimes. ¿Sin raíz quieres subir al aire? Eso es ruina, no elevación”. (Sermón  117, 17).

Enseña el pino en la cumbre

el silencio -bien del alma-.

Enseña la roca dura

cómo aguantar la borrasca.

Te enseña el hondo barranco

cauce seguro, cascada.

Enseña el tomillo austero

ser feliz sin abundancia,

usando lo necesario

con sobriedad franciscana.

Enseñan las aves chicas,

los buitres, milanos y águilas

a esperar pacientemente

el claror que trae el alba.

La policroma falena

liba néctar en las jaras

a porfía con la abeja

que hoy elige la magarza.

Repta la astuta serpiente

por la ladera empinada

huyendo del raudo halcón

que observa desde la rama

reseca del viejo roble

que un relámpago quemara…

Sabia maestra, Natura,

para quien contigo habla,

para quien sabe escucharte,

para quien, atento, calla.

Es tu entrega generosa,

al hombre no pides nada;

solamente le recuerdas

que aquel que te cuida, te ama.

Hasta aquí mi soliloquio,

hasta aquí te ha hablado mi alma

que te admira y reverencia

por ser gracia al hombre dada.

                   Nazario Lucas Alonso