“Levántate y caminemos”
Confiados, Señor, en tu amor,
ese que se expresa en tantas experiencias cotidianas,
y puestos en tu presencia,
la que constantemente ilumina nuestros pasos,
queremos mirar hacia adelante
y ponernos cada día en marcha
alentados por la fuerza de tu Espíritu.
Queremos levantarnos y caminar,
como María, sin demora y para servir.
Dejar la comodidad de lo seguro,
la calidez de lo conocido,
las certezas que paralizan.
Levantarnos por encima de los miedos,
por encima de las dudas,
y, de tu mano, ponernos en camino.
Asumiendo desafíos, abiertos a lo desconocido.
Caminar junto a los otros,
que son nuestros hermanos.
Sin cerrar los ojos a lo que no nos gusta,
tampoco a lo que nos inquieta.
Levantarnos para amar.
Dispuestos a convertir las intenciones en decisiones,
porque cuentas con nosotros
y esperas nuestra respuesta:
concreta, real… ¡verdadera!
Queremos levantarnos y caminar
alimentados por la fe.
Seguir tus huellas, hacer el bien.
Construir el Reino
que transforma el mundo según tu voluntad.
Que nuestro grito sea más que un sueño,
más que un deseo, más que un proyecto.
Que sea vida.
¡Levántate y caminemos!