La historia empezó en Galilea.
“El Ángel del Señor anunció a María…”.
Y apareció el Profeta, anunciado como Mesías.
Queda inaugurado un año de gracia bajo el lema “¡libertad!”.
“Los ciegos ven…los cojos andan…los sordos oyen…los leprosos quedan limpios… a los encarcelados se les anuncia un año de gracia…”.
Llegó un momento en que al Maestro le clavaron las manos…y los pies.
Y hubo silencio y llanto. “Todo lo hizo bien”, escribieron en la piedra del sepulcro.
Hasta que… al tercer día… invadió al mundo un estallido de vida.
Y una voz se interpuso entre el cielo y la tierra; “Salid a las plazas y gritad lo que habéis visto y oído”.
Dios necesita nuestras manos para seguir bendiciendo… y nuestros brazos para seguir trabajando y abrazando…y nuestros pies para seguir caminando y visitando.
Dios necesita nuestro corazón para seguir amando. Y por eso, Dios, cuenta con la Iglesia, cuenta con la cabeza de la Iglesia. Reza hoy para que Dios siga guiando a la Iglesia