Todos me decían que era un histérico, que tenía que cambiar.
Incluso los amigos que más quería me decían que era un histérico y que,
si seguía así, me dejarían solo.
Yo no conseguía cambiar. Y todos me insistían.
Hasta que un día mi mejor amigo me dijo:
"Yo te quiero así. No cambies".
Y, entonces, milagrosamente, cambié.
¡Gracias, Jesús, porque para ti sé que soy único, única!
Gracias Jesús porque sé que me quieres no porque sea bueno, sino para que sea bueno.
Gracias Jesús por quererme tal y como soy.
Gracias Jesús porque al sentir que me quieres, soy capaz de cambiar mi vida como respuesta al amor que tú me das.
Gracias Jesús porque sé que preparar el camino para tu nacimiento, es volver a empezar cada día, sintiendo el amor que tú me regalas.
Gracias Jesús porque en este adviento estoy descrubriendo que tú estás enamorado de mí.