Dios, Padre de todo consuelo, abre nuestros ojos para que conozcamos las
necesidades de los hermanos; inspíranos las palabras y las obras para confortar a los que están cansados y agobiados; haz que los sirvamos con sinceridad, siguiendo el ejemplo y el mandato de Cristo.
Concédenos estar atentos a las necesidades de todos los hombres
para que, participando en sus penas y angustias, en sus alegrías y esperanzas,
les mostremos fielmente el camino de la salvación y con ellos avancemos en el
camino de tu reino.
Que tu Iglesia sea un vivo testimonio de verdad y libertad, de paz y justicia,
para que todos los hombres se animen con una nueva esperanza.