Llévame al desierto y susúrrame, en el silencio, tu palabra.
Condúceme por la ciudad y grítame, entre el tráfico y el barullo, tu palabra.
Acompáname por valles y montañas y repíteme, con eco y fuerza, tu palabra.
Guíame a la periferia de siempre y enséñame, con paciencia, tu palabra.
Lánzame al agua y hazme beber, serenamente, tu palabra.
Transpórtame a cualquier oasis y refléjame, claramente, tu palabra.
Conviérteme a Dios y a su Reino y anímame a escuchar en este tiempo propicio tu palabra.
Bautízame con Espíritu Santo y fuego e imprime en mi ser para siempre tu palabra.
Ponme en los lugares más necesitados, y que me empape serenamente tu palabra.
Déjame en el corazón de las personas y espera, Señor, que crezca en mí tu palabra.
Florentino Ulibarri