Vivía un matrimonio - en Cartagena
y tenía una hija - que era tan bella - y cristiana
que todas las mañanas - oía - misa con alegría - de modo:
creo en Dios, en María - y en San Antonio.
Muy crueles sus padres - la castigaban.
A su inocente hija - la maltrataban, - malvados.
Del demonio tentados, - validos,
la daban mil castigos, - juraban;
que si en su ley no creía, - que la mataban.
Su gran mata de pelo - se la cortaron
y la daban de golpes - y la arañaban - la cara.
Triste y desconsolada - lloraba
y al cielo se quejaba - diciendo:
- Qué padres tan herejes - son los que tengo.
Se escapó de su casa, - se fue a la iglesia
a visitar a Antonio - y a darle quejas - diciendo:
- Mira cómo me han puesto
pelada,
del golpes maltratada
la cara,
toda llena de heridas
y ensangrentada.
Alcanzó San Antonio
del Ser Supremo
volverle a su devota
su hermoso pelo.
Blancura - doblada su hermosura - tenía.
Nadie la conocía
tan bella
que decían sus padres
que no era ella.
- Miradme, madre mía,
si a usted le extraña,
mira que soy la hija
de sus entrañas
nacida
Yo soy la protegida, - milagro - de San Antonio ha obrado
amoroso, - volviéndome otro pelo - el santo glorioso.
Desde entonces sus padres - cristianos juran
la ley de Jesucristo - siempre siguieron - postrados.
Ellos sólo - pedían - consuelo:
que al morir los perdone, - los lleve al Cielo.