A ti acudimos, Dios Padre del consuelo, para que nos ayudes a ser como Jesús, a vivir caminando tras él, a llevar con nuestra vida tu amor, entrega y fidelidad.
Nos sobran los motivos para vivir encerrados en nosotros mismos. Pero no, Tú siempre estás ahí, lanzándonos a la vida, a la superación, a la esperanza.
Con la pequeñez que somos y bien conoces, queremos: amar a todos, sin excluir a nadie. Hacer el bien a todos, no solo a los nuestros y cercanos. Bendecir a todos, decir bien de todos, porque todos somos hermanos, tus hijos muy queridos. Rezar por todas las personas.
Ayúdanos a ser misericordiosos como tú, Padre, eres misericordioso. No nos dejes nunca de tu mano. Amén.
Ángel María Lahuerta